MÓDULO I

INTERVENCIÓN EN EL FORO: 


Re: Diversidad educativa
de Mariana FERREIRA - miércoles, 8 de mayo de 2019, 21:24
Hola Angelina, hola a todos!
En primer lugar, me gustó mucho tu Canva, coincido en los puntos que destacaste. No es mi primer acercamiento al tema y conozco a los autores citados, me costó seleccionar ideas nuevas para  mi trabajo. 
Comparto la idea de que la "talla única" no sirve y es, en cierta forma, injusto para el aprendizaje, me pongo también en el lugar del docente que planifica en función del conocimiento de su clase y pienso, ¿qué pasa cuando conocemos las dificultades del alumno y aún así no sabemos qué funciona con él o ella? ¿Qué ocurre cuando ya hemos superado la etapa del modelo homogeneizante y estamos parados en el medio: sabiendo que lo que hacíamos está mal  pero no sabemos cómo hacerlo  bien, o lo sabemos pero  no podemos porque no se nos ocurre o porque no tenemos tiempo?
Lo planteo porque en las últimas coordinaciones del liceo en el que trabajo ha sido un emergente recurrente con un grupo en el que hay una alumna con Síndrome de Down, un alumno con TDAH, y otros seis alumnos en los cuales reconocemos dificultades pero no logramos (ni nos aventuramos) a diagnosticar cuáles son, además no contamos con equipo multidisciplinario ni el acceso a un diagnóstico técnico en nuestra localidad.  Las preguntas que nos surgen son: ¿hasta dónde pueden llegar?, ¿realmente están aprendiendo?, hemos probado estrategias personalizadas, mientras tanto ¿qué hago con los demás alumnos?

No lo planteo como una queja, por el contrario, me gustaría saber si alguien más se enfrenta a situaciones similares, si se les ocurre algún aporte, en fin, para cumplir con el cometido del foro que es el intercambio. 
Los leo. 

TEXTO ADAPTADO

Versión de “Un día de estos”
Gabriel García Márquez, publicado en 1962

Don Aurelio Escovar es dentista. Don Aurelio odia al alcalde. Un día, el alcalde llega a pedirle que le saque una muela.
El lunes amaneció tibio y sin lluvia. Don Aurelio Escovar, dentista sin título y buen madrugador, abrió su consultorio a las seis. Sacó de la vidriera una dentadura postiza y puso sobre la mesa un puñado de instrumentos que ordenó de mayor a menor.  Llevaba una camisa a rayas y los pantalones sostenidos con tiradores elásticos. Era rígido, delgado, con una mirada que raras veces correspondía a la situación.
Cuando Don Aurelio tuvo las cosas dispuestas sobre la mesa se sentó a pulir la dentadura postiza. Parecía no pensar en lo que hacía, pero trabajaba con dedicación.
Después de las ocho, hizo una pausa para mirar el cielo por la ventana. Don Aurelio siguió trabajando con la idea de que antes del almuerzo volvería a llover. La voz destemplada de su hijo de once años lo distrajo de su tarea.
HIJO: -Papá.
DON AURELIO: -Qué.
HIJO: -Dice el alcalde que si le sacas una muela.
DON AURELIO: -Dile que no estoy aquí.
Don Aurelio estaba puliendo un diente de oro. Lo retiró a la distancia del brazo y lo examinó con los ojos a medio cerrar. En la salita de espera volvió a gritar su hijo.
HIJO: -Dice que sí estás porque te está oyendo.
Don Aurelio siguió examinando el diente. Sólo cuando lo puso en la mesa con los trabajos terminados, dijo:
-Mejor.
Don Aurelio volvió a la herramienta que usaba para pulir. De una cajita de cartón, sacó  varias piezas dentales y empezó a pulir el oro.
HIJO: -Papá.
DON AURELIO -Qué.
Don Aurelio aún no había cambiado de expresión.
HIJO: -Dice que si no le sacas la muela te pega un tiro.
Don Aurelio, sin prisa, con un movimiento extremadamente tranquilo, dejó de pulir la dentadura y abrió por completo el cajón  inferior de la mesa. Allí estaba el revólver.
-Bueno -dijo-. Dile que venga a pegármelo.
Don Aurelio hizo girar el sillón hasta quedar de frente a la puerta, la mano apoyada en el borde del cajón. El alcalde apareció en la puerta. Se había afeitado la mejilla izquierda, pero en la otra, hinchada y dolorida, tenía una barba de cinco días. Don Aurelio vio en sus ojos marchitos muchas noches de desesperación. Cerró el cajón con la punta de los dedos y dijo suavemente:
-Siéntese.
-Buenos días -dijo el alcalde.
-Buenos -dijo don Aurelio.
Mientras hervían los instrumentos, el alcalde apoyó el cráneo en la silla y se sintió mejor. Respiraba un olor fuerte. Era un consultorio pobre. Cuando sintió que el dentista se acercaba, el alcalde afirmó los talones y abrió la boca.
Don Aurelio Escovar le movió la cara hacia la luz. Después de observar la muela dañada, ajustó la mandíbula con una cautelosa presión de los dedos.




-Tiene que ser sin anestesia –dijo don Aurelio.
-¿Por qué? – preguntó el alcalde.
-Porque tiene infección. – respondió Don Aurelio.
El alcalde lo miró en los ojos.
-Está bien –dijo tratando de sonreír.
Don Aurelio no le correspondió. Llevó a la mesa de trabajo la cacerola con los instrumentos hervidos y los sacó del agua con unas pinzas frías. Después acercó  la escupidera y fue a lavarse las manos. Hizo todo sin mirar al alcalde. Pero el alcalde no lo perdió de vista.
El dentista abrió las piernas y apretó la muela con el gatillo caliente. El alcalde se aferró a las barras de la silla, descargó toda su fuerza en los pies y sintió un vacío helado en los riñones, pero no soltó un suspiro. El dentista sólo movió la muñeca. Sin rencor, más bien con una amarga ternura, Don Aurelio dijo:
-Aquí nos paga veinte muertos, teniente.
El alcalde sintió un crujido de huesos en la mandíbula y sus ojos se llenaron de lágrimas. Pero no suspiró hasta que no sintió salir la muela. Entonces la vio a través de las lágrimas. Le pareció tan extraña a su dolor, que no pudo entender la tortura de sus cinco noches anteriores. Inclinado sobre la escupidera, sudoroso, agitado, buscó a tientas el pañuelo en el bolsillo del pantalón. Don Aurelio le dio un trapo limpio y le dijo:
-Séquese las lágrimas.
El alcalde lo hizo. Estaba temblando. Don Aurelio regresó secándose las manos.
-Acuéstese y haga buches de agua de sal. – le dijo.
El alcalde se puso de pie, se despidió con un saludo militar, y se dirigió a la puerta estirando las piernas.
-Me pasa la cuenta –dijo el alcalde.
-¿A usted o al municipio? – respondió don Aurelio.
El alcalde no lo miró. Cerró la puerta, y le dijo:
-Es lo mismo.
FIN

ANTES: gabinete –  cargadores – enjuto – obstinación – abstracción – fresa – puente – apresurarse – operar la fresa  - gaveta – umbral – glacial – gabinete – absceso – trató de sonreír – rodó – jadeante – vaina.
Versión: ProfªMariana Ferreira González

GLOSARIO
·        “A tientas”: reconcer las cosas mediante el tacto.
·       Alcalde: autoridad municipal de un municipio.
·       Cautelosa: cuidadosa.
·       Escupidera: pequeño recipiente que sirve para escupir en él.
·       Mandíbula: cada uno de los huesos que conforman la cavidad oral y que sostienen los dientes.
·       Municipio: Institución compuesta por el alcalde y otras autoridades para administrar un territorio, una ciudad, por ejemplo.
·       Rígido: Riguroso, severo.
·       Teniente: Grado militar,  inferior al de Capitán.
·       Tiradores: tiras de tela que  van desde la cintura hasta los hombros para sostener el pantalón.
Imagen: Clicker-Free-Vector- Images. Dentist. Pixabay License.

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